jueves, 14 de marzo de 2013

Los derechos humanos en contra de la discriminación


La discriminación es una agresión a los derechos humanos. Niega a ciertas
personas el disfrute de todos sus derechos humanos basándose en quiénes
son o cuáles son sus creencias.
Este es el motivo por el cual el derecho internacional de los derechos humanos
se basa en el principio de la no discriminación.

Sin embargo, en todos los países del mundo todavía persiste la discriminación
por motivos de raza, etnia, nacionalidad, clase, religión o creencias, sexo,
orientación sexual, etc.. y adopta muy diversas formas.


Nosotros y ellos: la lucha contra la discriminación

La identidad o la condición de una persona también puede afectar el tipo de
maltrato que padece y las consecuencias de éste. Por ejemplo, las mujeres
transgénero detenidas con presos varones corren especial peligro de ser
violadas y sufrir otras formas de violencia sexual.

Muchas personas sufren discriminación por más de un elemento de su
identidad. Por ejemplo, las mujeres indígenas no sólo son discriminadas como
mujeres, sino también como indígenas. Esta multiplicidad de factores interactúa
y modifica la experiencia de discriminación de cada persona.

Insulto a la dignidad

Numerosas leyes y prácticas restringen las libertades fundamentales de las
mujeres.

Desde su infancia, las niñas sufren peor trato que los niños, en forma, por
ejemplo, de malnutrición y negación de igualdad de acceso a la educación y
los servicios de salud. Las mujeres que no se casan se enfrentan a muchos
obstáculos, como conseguir vivienda y crédito; pero a su vez, las mujeres
casadas o las viudas también pueden ser tratadas como menores ante la ley.

La violencia se utiliza para aterrorizar a las mujeres en el hogar, en el trabajo,
bajo custodia y en situaciones de conflicto, en las que la violación se utiliza con
frecuencia como “arma de guerra”.

Raza


Cada día, en todas las regiones del mundo, se producen actos de
discriminación racial. Según las investigaciones de Amnistía Internacional,
muchas, si no la mayoría, de las víctimas de brutalidad policial en Europa
y Estados Unidos son personas negras o pertenecientes a otras minorías
étnicas. Los Estados tienen la obligación de impedir la violencia racista a
manos de cualquiera, no sólo de sus funcionarios.

Y sin embargo, en muchos países los malos tratos por motivos racistas son
alentados por las respuestas cada vez más xenófobas a la inmigración, la
discriminación en el sistema de justicia penal y los bandos de los conflictos
armados.

La violencia contra los pueblos indígenas, especialmente en el marco de
disputas por los derechos sobre la tierra, es una herencia de siglos. Los
pueblos indígenas figuran de forma desproporcionada entre los más pobres
tanto en los países desarrollados como en los países en vías de desarrollo.

Los gobiernos están obligados a tomar medidas fundamentales para garantizar
el derecho de toda persona a no padecer discriminación. Deben derrocar las
leyes discriminatorias que facilitan los abusos contra los derechos humanos y
niegan la igualdad en el acceso a la justicia.


Juan Antonio Sánchez Gómez



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