Internet
nos ofrece un mundo de posibilidades donde podemos comunicarnos con personas de
otra parte del mundo y, además, compartir contenido. En un primer lugar, no
tiene límites, por lo que permite la difusión de la cultura.
Desde el
punto de vista del ciudadano, es algo positivo, ya que le permite acceder de
forma gratuita a material que tendría que comprar en tiendas y, posiblemente,
pueda terminar descatalogado y se pierda en el tiempo a merced de los
coleccionistas. Por lo tanto, podemos considerar la red como un medio para
perpetuar la música, la pintura, el arte en general…
En contra,
tenemos el punto de vista del empresario. El hecho de que con un solo clic se
pueda obtener, gratuitamente, películas y canciones de las que antes se
obtenían ingresos, provoca que tenga que haber un cambio en las estrategias de
mercado. Uno de ellos es la creación de tiendas online bien organizadas y con
mucha cantidad de contenido. Pero como Internet tiene la posibilidad de
ofrecernos lo mismo pero gratis, la gente suele pasar de comprar (incluso a
precios de risa) y lo busca en otros lugares donde no hay que pagar. Por ello,
aparecen intentos de leyes como la
SOPA y la
Sinde que al mismo tiempo intentan favorecer a las empresas,
sirven para controlar y manipular la red a su gusto.
En
conclusión, la cultura es de todos, por lo que todo el mundo debería de tener
acceso a ella. Sin embargo, el nuevo contenido debería de tener un período en
el cuál es protegido, ya que siempre llevan un trabajo detrás que no siempre es
recompensado.
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