lunes, 25 de febrero de 2013

Cetáceos


Caza de delfines
La caza en las Islas Feroe se realiza cada año como una fuente de obtención de alimento y sustento. En esta tradición, los jóvenes matan anualmente unos 900 Ballena piloto y delfines del Atlántico siendo esta cantidad el 0.1% de la población total de ballenas piloto.
La caza de delfines en las Islas Feroe es una actividad que se desarrolla desde hace unos 1200 años.
Según los habitantes de las islas, la caza de calderones es una forma más de subsistencia que está estrictamente regulada por las leyes locales. Sin embargo, esta actividad conlleva a enfrentamientos entre los activistas que defienden a los animales y los feroenses, debido, entre otras causas, a los crueles métodos de cacería.
Esta actividad, aunque cruel, es debida a la escasez de recursos de la isla, siendo además de esta actividad, la pesca y la cría de ovejas su única fuente de alimento. Sin embargo, estudios realizados en calderones demostraron los altos niveles de metales pesados (como plomo y cadmio) encontrados en la carne de estos animales, transformándose en un grave riesgo para la salud del consumidor.






La caza de ballenas se realiza para obtener recursos. Los primeros registros de esta actividad se remontan al menos al 3.000 A.C. Varias comunidades costeras desde hace mucho tiempo han cazado y recolectado ballenas para su subsistencia. La caza de las ballenas comenzó en el siglo XVII. A principios del siglo XX el uso de la tecnología y el aumento en la demanda de recursos superaron el límite sostenible por las ballenas, causando el descenso en las poblaciones de estas. En la década de 1930, cada año más de 50.000 ballenas fueron asesinadas.
En 1986 la Comisión Ballenera Internacional prohibió la caza comercial, con el fin de permitir que las poblaciones de cetáceos puedan recuperarse. Sin embargo, se les permite a ciertas comunidades continuar con la cacería de subsistencia, como parte de su cultura. Además, el artículo VIII del Convención que reglamenta la caza de la ballena permite la cacería con fines científicos.



Autoras: Maria Figueroa y María Ribota

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